En tu vida, como en la mía, hubo juguetes que aún recordamos.
Cuando éramos niños la madrugada del 6 de enero, seguro nos encontraba en una larga y desvelada noche a la espera del regalo. Crecía nuestra imaginación, palpitaba el corazón y reflexionábamos sobre cómo nos habíamos portado; pues llegaban en camellos los Tres Reyes Magos.
La gente en el barrio te contaba historias sobre aquella estrella que marcó el camino al pesebre de Belén; otros más escépticos tenían una visión comercial de la fecha. Seguramente eran varios los elementos que entraban a tallar en la reflexión personal de cada uno.
Lo que nadie puede negar es que fueron momentos inolvidables de la infancia. Y emocionantes también.
Recuerdo a mi hermano, el día que le dejaron una pelota de cuero con gajos rectangulares marrones oscuros. Su cuerpo quedó inmóvil a los pies de la cama. Era una N°5 a la que los pibes mantenían brillante con grasa de pella para que el cuero no se resecara. O en ocasiones la cosían con hilo enjabonado para que ninguna “teta de la cámara” se escapara.
También está en la memoria… cuando mi primo recibió su primera bicicleta de carrera: una “Frejus Torino” de color naranja (como el viejo auto del loco Luis Di Palma), todo un tesoro que recorría calles y rutas con sus livianos y delicados semi-tubos en llantas cromadas. ¿Cómo se puede olvidar uno de esas cosas?. Especialmente (cuando por razones económicas) esa misma bici terminó vendida para saldar las deudas de un préstamo personal que tenía su familia.
Hoy los tiempos han cambiado y también los juguetes.
Pero muchos son los niños que no reciben absolutamente nada, y para ellos va mi mensaje.
Quizás no pueda estar en tus manos un “muñequito transformer” , pero sí está el orgullo de ver a tu padre obrero que se “transforma” haciendo malabares para llegar a fin de mes. El valor de tener una familia; el ejemplo de vida para ganar el pan con el sudor de la frente; la cultura del trabajo; las manos de la vieja cocinando algún guiso. Y, principalmente, que todos los que te rodean rescaten la honestidad de tus padres. Que nadie los señale con el dedo como malas personas.
En fin, me parece que el mejor regalo está en las cosas simples de la vida. Que tengas una familia, que puedas contar con su apoyo en un ambiente sano. Que nadie te quite la posibilidad de estudiar, de formarte y de proyectar un futuro. Seguramente coincidimos que son éstas las cosas que pueden reemplazar los regales comprados. …tal vez un niño aún no lo entienda, pero con el paso del tiempo sólo quedan los afectos. Y comprenda el significado del Regalo de Reyes.
Pensaba con tristeza: ¿cuántos niños estarán rodeados de juguetes costosos, pero no podrán de grandes sentir orgullo de sus padres?. Porque todo lo compran con dinero mal habido, y lo que es peor, jamás tuvieron una palabra de afecto, ni tiempo para ellos.
Moraleja: si no tenés un juguete nuevo porque las cosas no andan bien, no importa. Pensá que el mejor regalo es el Amor. Con los años vas a sentir lo mismo que nosotros, los que peinamos canas, esa nostalgia.
Gracias a los Reyes podemos darnos cuenta que a veces la felicidad está cerca, muy cerca. Basta con un simple beso de mamá y papá.