Fui a despedirlo a la parada del colectivo. Me pareció un “pollito mojado”. Estaba con mucho miedo, su rostro era una mezcla de sensaciones. Viajaba a otro lugar, a otra ciudad, no importa a cual…buscando tal vez, hallar una oportunidad. Algo tan simple y tan complejo como eso.
Había nacido en Lago Puelo, y hoy su pueblo no se daba cuenta que ese joven se alejaba. Estudiar y trabajar eran los objetivos de este “anónimo” de tan solo 20 años. Hijo de una familia humilde, de esas que nunca llegaron a fin de mes.
Él era un luchador nato; desde que termino la secundaria, había intentado quedarse y seguir estudiando, pero las posibilidades aquí se agotaron.
Faltaban algunos minutos para la legada del micro, y en todo ese tiempo se me ocurrió pensar ¿que habíamos hecho mal para que un joven, como tantos otros, se fueran a “probar suerte” a otras tierras?.
Y fue allí cuando recordé las veces que busco una beca de estudio y no la obtuvo. Todos los intentos de conseguir un trabajo digno y encontrar en cambio, una changa en negro con muchas posibilidades de no cobrar lo pautado.
Vi en ese momento la ausencia de planificación del gobierno municipal, incapaz de reactivar la economía y gestionar la radicación de nuevas empresas.
En esa familia se evidenciaba la frustración de muchos otros vecinos que no encuentran capacidad por parte de la dirigencia política para proyectar algún crecimiento social e intelectual.
Recordaba las sesiones “monotemáticas” relacionadas con el reparto de tierras en el Concejo Deliberante, o las obras publicas orientadas a terminar en adjudicación directa explicadas por algún Secretario de turno, argumentando que no debíamos frenar el “crecimiento del pueblo”.
Pensaba en los sobreprecios que paga el Estado, en un asfalto de adoquines que se hunde (y que debajo no tiene red cloacal); en los planes de viviendas repartidos en unos pocos amigos del poder. Pensaba en los premios constantes que reciben algunos funcionarios cuando les dan cargos a nivel provincial, sin concursos, sin antecedentes laborales en el area especifica a la que van. Y pensaba en algunos dirigentes, que de la noche a la mañana ponían negocio de Corralón o Muebleria en otros pueblos, sospechados de utilizar los fondos públicos para beneficio propio.
Pensaba en los familiares de los funcionarios convertidos en testaferros, algunos que hasta hace poco manejaban un Renault 12 y hoy poseen varios 0km e inmuebles en otras localidades. Pensaba en los diputados provinciales, en su pobre tarea legislativa, en su falta de proyectos para la zona y sobre todo en el escaso de representatividad que hoy tienen.
Pero bueno, ya estaba por llegar el micro y el pueblo de Lago Puelo se daría el lujo de perder a un hijo.
En ese momento volví a hacerme la misma pregunta ¿Porqué los jóvenes de Lago Puelo no encuentran posibilidades de crecer en su localidad?.
Finalmente amigos el micro sí llegó puntual. Y mis brazos rodearon a este joven que se iba. Quizás fue una forma de pedirle disculpas, haciéndome cargo de aquellos que teniéndolo todo, no hicieron nada para contenerlo.
Cargamos su bolso repleto de urgencias y necesidades. Y en cada lagrima derramada en su rostro, pude resumir las infinitas frustraciones vividas, seguramente producto de un Estado que poco valoró la capacidad intelectual, la fuerza creativa y el potencial de estas nuevas generaciones.
Y volví a preguntarme ¿Qué habíamos hecho mal que no llegamos a tiempo?.
María Eva.
Una Militante de toda la vida
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